Un pintor nato en el que San José de Ocoa late en su corazón

 

Juan Ernesto Guerrero aseguró que en cualquier lugar que esté fuera de su municipio, siempre sus pulmones respirarán el aire ocoeño. Una fotografía de Freddy Medrano, director www.TurismoRD.net

Texto Freddy Medrano

Editor

SAN JOSE DE OCOA, República Dominicana (EXCLUSIVO). Fue en el parque Duarte de esta comarca rodeada de verdes montañas en una tarde cobijada de un gris profundo, al verlo creía que era el inefable Federico Fellini, el director de cine italiano más representativo de la postguerra.

Nos acercamos tímidamente, y al mirarlo de frente le espeté: ¿Quién es usted?

-Juan Ernesto Guerrero-, me dijo con voz como un silbido.

A sus 60 años, comenzó a dibujar desde los 4, y a los once ya hacía pininos en el concentrado arte de pintar.

No solo en esta ciudad de alta producción agrícola, Guerrero ha hecho poner en alto su lienzo, sino en ciudades como Pensilvania, en los Estados Unidos.

En la ocasión, el ocoeño estaba poniendo a tono con la época navideña el edificio que aloja al ayuntamiento local.

“Desde luego, ahora estamos ambientando con un corte navideño la fachada de nuestro Palacio Municipal”, dijo Guerrero.

Como los grandes maestros, Juan Ernesto Guerrero observa cada detalle de su pintura. Una fotografía de Freddy Medrano, director www.TuirsmoRD.net

Satisfecho

Guerrero está satisfecho por las distinguidas personalidades de este municipio cafetalero que han adquirido sus cuadros.

Mira hacia el firmamento y recuerda a un ícono de este pueblo, aunque era canadiense de nacimiento: El padre Luis Queen.

“El primero que adquirió mis obras fue el padre Luis Queen”, señala.

“Me siento satisfecho porque trabajé para él, lo pinté a él”, declaró el artista.

En nuestra conversación, en medio de una humedad abismal, Guerrero dijo que otros ocoeños tienen cuadros de su propiedad como el exrector de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), Roberto Santana Sánchez, nativo de El Naranjal, a dos kilómetros de este municipio sureño.

La tarde fue oscureciendo, y con pincel en manos, Guerrero continuó plasmando su arte en el ayuntamiento local, y nosotros salimos hacia la capital (Santo Domingo).





 

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