El Puente del Diablo, en
Tarragona, España.
Texto Freddy
Medrano
Editor
SANTO DOMINGO,
RepĂşblica Dominicana. - Es
indudable la gran cantidad de acueductos que tiene España por todo su
territorio, como fruto de la herencia romana en la PenĂnsula IbĂ©rica.
La doctora Ninive
Moquete, una duvergense que trabaja en el hospital de Barcelona, mostrĂł en su
cuenta personal de Facebook, una de las obras más admiradas en la nación
europea, entre sus acueductos: El puente del Diablo, situado en Tarragona.
El suministro de agua
potable a Tarraco, como se conocĂa este lugar en la Ă©poca romana, se
garantizaba gracias a dos acueductos, cuyas aguas procedĂan de los rĂos Galá y
Francoli. Respecto a este Ăşltimo rĂo, se utilizaba el conocido como
Acueducto de les Ferreres o Puente del Diablo.
Se le atribuye haberse
construido en la época del mandato del emperador Augusto, y consta de 11 arcos
en la parte inferior y 25 arcos en el superior.
Unas de las cuestiones
que más llama atención de este acueducto es la peculiaridad de su nombre: El
Puente del Diablo.
La periodista Laura
Hernández, del portal digital Viajestic, dice que hay varias leyendas en torno
a su construcciĂłn.
“En una de ellas se dice
que un joven constructor estaba erigiendo este puente. En el momento en el que
tenĂa las dos hileras de arcadas listas, fuertes vientos y tormentas se lo
llevaron. Tal fue la desesperaciĂłn que sintiĂł, que el constructor asegurĂł que
Ăşnicamente el Diablo podrĂa construir un puente que pudiera durar más de mil
años”, dice la comunicadora madrileña.
Refiere Hernández que
“es entonces cuando el mismĂsimo Diablo se le apareciĂł, garantizándole que
aquella misma noche construirĂa el puente con piedra de la cantera del Mèdol.
Esto harĂa que su duraciĂłn fuera prácticamente eterna. A cambio de hacerlo, al Diablo
le ofrecieron treinta bolsas llenas de monedas de oro y de plata. Pero él no
querĂa el dinero sino el alma del primero que bebiera el agua que pasara por el
puente”.
“Tanto el maestro como
los operarios, al ser conscientes de la peligrosidad de esta peticiĂłn, urdieron
un plan. Una vez construido el puente, el Diablo esperaba a un lado del mismo,
para ver si cumplĂan su palabra. Desde la otra parte, el maestro y los
operarios le mostraron un burro, que fue el primero que bebiĂł. Fue el primero
en beber de aquella agua y, por tanto, el Diablo se quedĂł con su alma”, narrĂł
Hernández.
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